lunes, 22 de septiembre de 2008

La vida privada de los Seymour


Ya está aquí. Lo tengo en mis manos y lo contemplo como contemplo cualquier libro antes de abrirlo y sumergirme en sus páginas. ¿Qué historia guardará? ¿Será uno de esos libros que te abrigan el alma? ¿De los que te hacen llorar? ¿Reír? ¿Un poco de todo al mismo tiempo? ¿Me hará pensar? ¿Qué me aportará? ¿Será el momento de volver a sus páginas lo mejor del día, o por lo menos, casi? ¿Será uno de esas historias que uno recuerda siempre con cariño?
Pero resulta que esta vez, este libro no tiene secretos para mí. Quizás alguno sí, esa parte de algo tuyo que siempre se te escapa, la vida propia que puede tener, su vuelo libre. Llegará a muchas personas y cada una lo recibirá de una manera.
Detrás de este libro hay mucho trabajo. No hablo del mío, si no de todo lo que interviene en el hecho de que una historia salga a la luz y llegue al público. Hay detrás de esta pequeña realidad de apenas 250 páginas un montón de gente que ha trabajado con ilusión y cariño para que esto llegue a vosotros, y para que mi historia cobre vida a través de vuestros ojos. Y a muchos, ni siquiera los conozco.
Como a un hijo que emprende el vuelo en solitario, sólo puedo desearle lo mejor. Ya no me pertenece.
Y a vosotros, lectores potenciales, desearos que sea uno de esos libros que os abrigue el alma y os arrope por las noches antes de dormir. A mí son los que más me gustan.
Itsaso

martes, 9 de septiembre de 2008

Bienvenida


Hola a todos, visitantes (y visitantas? No lo necesitamos, ¿verdad? Ya hablaremos sobre los genéricos. Particularmente, no los necesito. Aclarado este punto, comenzamos de nuevo).
Decía, que hola a todos, visitantes anónimos, conocidos, desconocidos y potencialmente conocidos (¿por qué no?).
Lo primero de todo agradecer a todos los que habéis votado por La vida privada de los Seymour, y habéis hecho que el sueño se haga realidad.
Parece que el hecho de ganar un premio literario y tener la oportunidad, única, estoy segura de ello, de ver una obra propia publicada, cambia tu vida, la pone un poco patas arriba y lo revoluciona todo, como un ciclón que remueve todo y lo vuelve a dejar en cualquier otro sitio, pero no como estaba antes. En mi caso, el ciclón todavía no se ha aposentado. Las cosas van ocurriendo día a día, y recibes la noticia mientras al mismo tiempo continúas con tu vida. Los cambios son sutiles, a veces inapreciables, aunque un día será como la ola que no se espera y te deja mojada hasta el tuétano en la orilla con cara de circunstancias. Felizmente empapada, por supuesto.
Mucha gente me pregunta cómo me siento. ¡Qué pregunta! Feliz es decir poco. En realidad es no decir mucho. O casi, no decir nada.
¿Cómo me siento?
Las noticias han ido llegando en pequeñas píldoras que he ido tomando puntualmente, aunque de momento no he sido muy consciente de su efecto. ¿Cómo se digiere esto?
Puedo decir cómo lo estoy digiriendo yo, día a día y no terminándome de creérmelo mucho. Todavía no me hago a la idea de que mi novela ya ha sido leída por gente. Gente que además la ha votado. Gracias. ¿Lo había dicho ya? Me repetiré. Todavía no he tenido ocasión de leer los comentarios de la gente. Me lo están reservando, y me alegro. Ya he dicho que esto va día a día.
Y resulta que mis palabras ya se están imprimiendo y se van a convertir en un libro que va a estar a la venta y que lo va a leer gente. Gente a quien le gustará y gente a quien no le gustará. A mí tampoco me entusiasma todo lo que leo, pero es inevitable. Y además, tiene que ser así. Así que asumo que la ola se está generando.
He tenido la oportunidad de seguir de cerca la publicación de un libro. Y resulta que ese libro es mío. Aquello que durmió plácidamente en un cajón durante... años, tiene forma y no de un taco de folios llenos de correcciones. ¿Me lo creo? Todavía no. Y no es porque todavía no tenga un ejemplar impreso en las manos. Creo que ni siquiera cuando lo tenga me daré cuenta de ello. Ni cuando lo vea en las páginas de la revista. Ni cuando lea comentarios sobre mi novela. A veces pienso, ¡Dios mío! ¿Dónde me he metido? Supongo que en donde siempre he querido estar.
Y estoy muy feliz de estar donde estoy.
Nuevamente, a todos, gracias. Nos veremos en el blog.
Itsaso