jueves, 29 de enero de 2009


Hay filosofías que dicen que cuando uno desea algo, debe hacer lo que esté en su mano para conseguirlo y una vez hecho esto, despreocuparse del resultado. Tengo que decir que con el libro fue así, quizá preocupada por otros deseos que parecían estar más en mi mano. ¿Quién puede esperar ganar un concurso literario? Ni en mis sueños más fantasiosos se me ocurría la posibilidad. Mandé la novela y ganó. No contaba con ello y no creo que todavía me dé cuenta de lo que ha supuesto. Tu vida sigue con sus altibajos y sus preocupaciones diarias. El otro día, justo antes de apagar la luz y programar el despertador, me dije en alto, casi sorprendida:"He ganado un premio literario y mi novela está en la calle, la está leyendo gente real", como si fuera la primera vez que me daba cuenta de ello. Y muchas veces es así. Me tengo que recordar que en medio de todo esto ha ocurrido algo maravilloso, real, de lo que todavía no soy consciente. ¿Cómo serlo?

El viernes 13 de febrero La vida privadad de los Seymour estará en librerías, y yo ya he reservado esa tarde para recorrer las librerías en las que habitualmente compro libros o los encargo cuando no los encuentro, para verlo. Como una cliente anónima más(sólo que supongo que un poco más alucinada), porque al fin y al cabo, eso es lo que soy.
Nos vemos en el blog.
Itsaso

lunes, 5 de enero de 2009

La Historia más bella jamás contada



La carta ya está en el correo desde hace unos días, escrita con buena letra y sin tachones. Es para los Reyes Magos. Los camellos y el cortejo real se han ido acercando a paso dolorosamente lento al pesebre. Al fin llega el gran día.

Todos los preparativos, los nervios, los zapatos bien limpios y que no se nos olvide poner un balde de agua y azúcar para los camellos, que esta noche tienen mucho trabajo.

Y por la tarde la cabalgata. Y esas caras. Caras de incredulidad y fascinación. ¡Pero si son de verdad! Que alguien me ponga precio a la cara de un niño la primera vez que ve a los Reyes Magos.

Qué no daría por recuperar, sólo por un instante, esa magia. Volver a recuperar la excitación, la certera esperanza, la confianza con la que ponía los zapatos bajo el árbol de Navidad, la sonrisa con la que me dormía, con la seguridad, la certeza de que a la mañana siguiente el agua y el azúcar habrían desaparecido y los regalos envueltos en papel brillante estarían allí, a los pies del árbol, vivos y esperando a ser abiertos. La magia flotaría en el ambiente mientras rasgaba el papel fascinada una vez más, al tocar con mis propias manos el objeto de mi deseo. Qué viaje tan largo había realizado. Increíble pero cierto. Estaba allí. Era real y estaba en mis manos. Era cierto y ocurría una vez al año. Vaya que si ocurría. Era una de las certezas en la vida de todo niño: que la noche del 5 de enero, los tres Reyes Magos repartían juguetes, esperanza e ilusión en todas las casas. Todo era perfecto.

Y cada 5 de enero, esa magia se repite y esas caritas iluminadas se elevan y ven y creen. La historia más bella jamás contada es la de la fe y la inocencia puras. Y es la certeza que duerme durante doce largos meses en el corazón de un niño. Pase lo que pase, en esto podemos confiar. El 5 de enero Melchor, Gaspar y Baltasar no fallarán. Pase lo que pase. Así debe ser y así ha sido desde el principio de los tiempos.

Feliz y mágica Noche de Reyes a todos. Que vuestros deseos se hagan realidad.
Itsaso